Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO. Síguelo en Twitter: @guapodelabarra
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miércoles 28 de septiembre 2016

La ¿última? oportunidad de Quinteros

Alejandro Ribadeneira
@guapodelabarra

No importa que Gustavo Quinteros haya optado por mantenerse fiel a sus jugadores y a su desesperante estilo de elaborar largas, larguísimas listas de convocados. Lo que realmente importa, a estas alturas, es ganarle a Chile.


No vale la pena discutir a priori si Matías Oyola merece la convocatoria (en verdad la merece por su buen momento) o si raya en la terquedad que siga citando a Carlos Gruezo o Gabriel Achilier (sí, es terquedad, tozudez, insensibilidad). Lo importante (mejor dicho, lo urgente) es ganarle a Chile. Ni siquiera empatar. Ganar.


Si los bicampeones de América empatan o, Dios no quiera, triunfan en el Olímpico Atahualpa, lo más probable es que Quinteros dejará de ser entrenador. El público no se la va a perdonar. Carlos Villacís, el presidente de la Ecuafútbol que quería la mejor Copa América de la historia hace unos meses, no tendrá otra alternativa que pedirle a Quinteros su dimisión.

Si Chile rebasa a Ecuador en la tabla, querrá decir que la Selección ya no está en zona de clasificación. Querrá decir que ya no estamos bárbaros. Querrá decir que se desperdició infamemente esa enorme ventaja de los cuatro triunfos iniciales. Querrá decir que se soñó demasiado con el tour a Rusia sin tener la certeza de que realmente estaban listos los boletos.

Chile es el rival a desbancar. Ya está claro que Argentina y Brasil se quedarán con los dos cupos y que Uruguay y Colombia están unos peldaños por encima de Ecuador. Por eso es vital sacarse de encima a los chilenos, que tampoco están bien en las eliminatorias. A pesar de la calidad de sus jugadores, Chile no debe tenerla fácil en Quito. No debería llevarse los puntos. Dejarlos K.O. es una necesidad.

Por eso, esta es la última oportunidad de Quinteros. Quizás también sea la de Achilier y Gruezo. Y, pecando de dramáticos, también puede ser la última chance de que la expectativa de ir al Mundial no se derrumbe.