Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO. Síguelo en Twitter: @guapodelabarra
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martes 01 de noviembre 2016

Quinteros y el castigo a Michael Arroyo

Alejandro Ribadeneira
@guapodelabarra

Gustavo Quinteros está tan cuestionado en Ecuador, que una decisión suya totalmente ajustada al principio de autoridad –no llamar a Michael Arroyo por una rabieta en pleno cotejo- es criticada por gran parte de la afición, al menos por la que utiliza Twitter y Facebook como canal de desahogo. La situación de la Tricolor luce tan frágil ante Uruguay, sobre todo por las lesiones y suspensiones de la Tricolor, que se critica al entrenador por mantener su castigo a ‘Gambetita’.


¿Qué es más importante, ganar o mantener la disciplina? Es difícil responder cuando es obvio que, como nunca, la presencia de Arroyo es oportuna en la Tricolor. Justo ahora está en racha, con goles a granel (cinco tantos en cinco cotejos) y buen nivel de juego en el América. Justo ahora debe ser titular en Ecuador, pues no están ni Antonio Valencia ni Matías Oyola y es obvio que ni Jefferson Montero ni Carlos Gruezo aportan lo que Arroyo, jugador con desparpajo, con cuerpo, con remate de media distancia, con pase preciso, con recursos de los que otros carecen. Pero claro, la cabeza es otra cosa y Arroyo no es famoso por su frialdad. Su castigo es precisamente para eso, para que recuerde que el fútbol no es solo vestirse de corto y saltar a la cancha.

En otros tiempos, no estaríamos enfadados por el castigo. Pero la culpa la tiene el ganar “como sea”, difundido por aquellos que no dan importancia al camino. Un ejemplo terrible fue el del entrenador Jorge Sampaoli en la Copa América del 2015, cuando Vidal estrelló su Ferrari con algunos tragos encima. Todos esperaban el castigo pero Sampaoli, el rey de la praxis, lo perdonó. Chile terminó con el trofeo en sus vitrinas pero con la sensación de que algo no estuvo bien.

Yo creo que Quinteros acierta con descartar a Arroyo si con eso impone respeto a las normas internas, pero se arriesga –y es muy probable que así sea- a que el resultado no sea favorable y lluevan las críticas. Fallar en Montevideo está dentro de la lógica, pero hacerlo en Quito ante Venezuela puede ser lapidario.