Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO. Síguelo en Twitter: @guapodelabarra
Indignado 4
Triste 0
Contento 2
viernes 15 de julio 2016

No se suban a la camioneta de Independiente

Alejandro Ribadeneira

Esto no está sucediendo. Es mentira. Un producto de nuestra desbordante imaginación. Una broma surrealista. Pellízquenme. Denme en la cabeza con el palo de la escoba. Pero es verdad. Un equipo de barrio de Ecuador, que hace 10 años era nada, llegó a la final de la Libertadores sin haber sido campeón en su país y dejando atrás nada menos que a River y Boca. 


Eso ocurre justo cuando el fútbol ecuatoriano está en su peor momento estructural, con su dirigencia histórica altamente cuestionada y con varios clubes más muertos que vivos, listos para el elenco de The Walking Dead.

Una hazaña como la de Independiente del Valle, como es lógico, ha terminado por provocar un sentimiento de alegría general. Pero no nos engañemos. Esto no es un triunfo del país. Es un triunfo A PESAR del país, de su fútbol con vocación autodestructiva, de sus continuos fracasos y de su sociedad, inmovilizada y temerosa. Es el triunfo, rotundo y aleccionador, de un proyecto muy particular, de un modelo que en casi una década de perseverancia y disciplina convirtió a una pequeñita entidad de Sangolquí en la mejor institución futbolística del Ecuador. De lejos.

Independiente del Valle ha tomado la delantera en todo. En desarrollo de divisiones menores. En promoción de jugadores. En descubrir talentos. En apostar por la educación y ofrecer una alternativa social a los jóvenes. En entender que el fútbol es una empresa y que por lo tanto hay un techo financiero que no se debe violentar para que las metas no terminen hipotecadas. En entender que es importante el escalón, que cada paso tiene su valor. Es el triunfo, en definitiva, de una filosofía integral que debería avergonzar a otros clubes que, a pesar de su tradición y el caudal de sus hinchas, no han llegado tan lejos. Ni llegarán.

Por eso, porque Independiente es cosa aparte en esta mediocridad general, molesta un poco ver esa ola de gente que “se sube a la camioneta”. Bueno, después de todo Ecuador es un país pequeño y las hazañas de un club se asumen como nacionales. Pero de nada valdrá esta hazaña para el país si no se aprenden los buenos ejemplos institucionales que Independiente ofrece a sus colegas. Síganlos.