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martes 24 de enero 2017

La hipocresía que rodea a Achilier en estos duros días

Santiago Estrella

Ayer, luego de conocer el doloroso fallecimiento de la esposa de Gabriel Achilier, alguien dijo que ahora se sentía mal porque era  uno de los que lo acosaba (ahora se usa el anglicismo 'bullying') por las redes sociales por su flojo desempeño en la Selección.


Es cierto: Achilier ha sido uno de los jugadores más flojos de la Selección. Es cierto que sus errores han costado goles. Es también cierto que hacía movimientos que no se llegaban a entender del todo. Todo eso es cierto. Pero la pregunta que se impone es ¿hasta qué punto tenemos el derecho nosotros, la inmensa mayoría, los que apenas podemos jugar a la pelota (curiosamente los que sí saben jugar no han sido tan despiadados con el jugador), a haberlo ofendido de la manera más torpe y arrogante? Porque no eran críticas, sino insultos. Se trataba de agraviar al jugador por sus errores, como si ninguno de nosotros no cometiera errores terribles en nuestros trabajos, estudios, vidas personales...

Es desagradable confesar algo personal: aquellos que han escuchado las emisiones nocturnas de BENDITO FÚTBOL RADIO, en Radio Platinum (90.9 FM) y Radio Quito (760 AM), podrán recordar que nunca me sumé a esa andanada de insultos; más bien los deploré. Por eso escribo esto acá para repetir y reivindicar por escrito que si algo demostró Achilier es su carácter, algo de lo que por muchos años, muchísimos años antes de llegar a los mundiales de fútbol, nos lamentábamos los ecuatorianos. 

Al jugador ecuatoriano le hace falta personalidad; se lo decía y se lo repetía hasta la saciedad. Y aún se lo dice. Todavía es imborrable de la memoria futbolera aquel partido de Ecuador con Brasil en 1981, en el Atahualpa. Brasil goleó 6-0. ¿Cómo actuaron los ecuatorianos? Pues fue bochornoso ver que los once tricolores en la cancha parecían espectadores. Se detenían para ver qué hacían Sócrates, Zico, Eder, Falcao, Toninho Cerezo. Solo recuerdo a Juan Madruñero, 'el nene', chiquito, levantarse a pechear a Sócrates, altísimo, luego de que lo fouleara.

¿Cuál fue la reacción de la gente en el estadio? La carcajada burlona. 

En esos tiempos, perder con Brasil 1-0 era parte de la hazaña. Eso no se puede olvidar. 

Y personalidad es lo que ha tenido Achilier. Muchos de nosotros nos veríamos destrozados luego de las críticas, los agravios, los reproches. Pero él no. Luego de haber cometido ese penal, se fue en busca del gol. Se veía que quería ese gol, que tenía hambre de gol y que no descansaría hasta su revancha en esos 90 minutos. Lo consiguió y arruinó todos esos memes que poco antes se le habían dedicado. 

¿Será que la muerte provoca eso? Puede ser. Pero lo ideal sería, seguramente, que siempre sepamos entender que lo humano impera. Que si bien es cierto que no es el jugador mejor dotado, incluso uno de los más limitados, las redes sociales no debieran convertirse en ese lugar para descargar sobre otros nuestras propias limitaciones. 

Si Gabriel Achilier leyera estas líneas, solo quisiera decirle que lo respeto y que ojalá el tiempo haga su trabajo para que pronto su vida fluya con el mismo coraje que ha demostrado pese a todo lo que se le ha dicho. Porque lo más noble de este defensor ecuatoriano es que nunca respondió a nadie. Nunca se dejó llevar por la miseria.