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lunes 19 de septiembre 2016

Someter al Aucas al escarnio público

Santiago Estrella
@santiaestrella

Solo queda algo por decir: el Aucas está descendido. Únicamente un milagro lo sacará de la zona de descenso. Pero por el momento no hay indicio ni esperanza alguna. Aucas juega mal. Pésimo. Es una lágrima. Y cuando se es así, no hay fuerza sobrenatural que dé esa mano necesaria.


​Las palabras del técnico Armando Osma dan cuenta de una situación que resulta desalentadora: no hay jugadores. Si tiene que echar mano a alguien, es a los juveniles. Y todo bien con los jóvenes, pero el fútbol se arma con la combinación de estos y los experimentados.

El fútbol -y no hay que haber pasado por el profesionalismo para saberlo- es un juego lleno de picardía y hay que saber leerlo, interpretarlo. Hasta hay que saber leer al balón en pocos segundos para darle el mejor destino posible. Y eso lo saben los experimentados, aquellos que pueden funcionar como técnicos en la cancha y que den la mano a los jóvenes.

El fútbol es la combinación de fuerza e inteligencia. Y Aucas no tiene ni lo uno ni lo otro. Los experimentados, aquellos llamados a serlo, son inocuos para el rival; los jóvenes, insustanciales.

Pero la gente encargada del equipo dice que el proyecto es dar lugar a los nuevos valores y pide a la hinchada que entienda que se trata un proceso.

Además, siempre recalca que el Aucas no ha sido campeón jamás. Y tiene razón. Pero la razón por la que el Aucas no ha sido campeón fue precisamente porque ha tenido pésimos dirigentes y  nada indica que se haya cambiado mucho, por el momento. Y el presente es aterrador. Y con los mejores directivos que ha tenido el club por por lo menos estuvo relativamente cerca a un título, que es lo que quiere la hinchada, la inmensa hinchada oriental.

No se entiende ese pedido de paciencia de parte de los dirigentes. Paciencia se tiene desde 1958, cuando se crea el campeonato nacional. Aucas es un símbolo quiteño de  gran intensidad. Es, además, el equipo más simpático que tiene el país. Quizá ahora lo haya destronado Independiente del Valle, pero se lo podría refutar porque en conversaciones con hinchas de cualquier otro equipo se les escucha decir que les gustaría mucho ver al Aucas campeón, que sus hinchas -fieles, sufridos- se lo merecen.

Pero acá el proyecto parece ser otra cosa. La promoción de jóvenes. Y se los expone al escarnio público que lamentablemente existe en el fútbol. De lo que se ve, algunos de ellos no debieran ser objeto de promoción alguna. Y así, el Aucas vive el infierno del descenso. Ya pasó esa puerta en el que se puede leer un cartel que dice “Pierdan toda esperanza los que entran”.