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jueves 24 de agosto 2017

Almada dejó de lado su orgullo por necesidad

Fredy Hidalgo
Opinión (O)
Twitter: @FPHidalgo

En un domingo futbolero, con un sol radiante en el estadio Olímpico Atahualpa, Barcelona doblegaba al humilde Clan Juvenil, válido por la quinta fecha de la segunda etapa del campeonato nacional.


El contexto nos advertía un ambiente festivo, hasta que en el minuto 78 ingresaba el joven Ángel Quiñónez reemplazando a Jonatan Álvez. La variante no le gustó al delantero charrúa que de manera inmediata increpó al entrenador Guillermo Almada. La discusión fue tan fuerte que por poco se van a los golpes en pleno banco de suplentes.

Tras el incidente, el DT demostró su orgullo y poder de mando tomando la decisión de mandar al ofensivo a entrenar y jugar la sexta fecha en la reserva del club, como represalia y sanción.

El atacante canario es fundamental en la ofensiva del club porteño. Hasta el momento ha marcado trece goles y su ausencia se nota en los resultados del equipo. Por ejemplo, en el cotejo ante Guayaquil City el partido terminó sin goles, mientras que la reserva ganó con gol del uruguayo.

Este martes Almada le levantó la sanción a Álvez y el delantero ya entrenó con el equipo de primera para comandar el ataque en el partido contra Liga de Quito. El estratega tuvo que dejar de lado el orgullo para buscar el objetivo de alcanzar resultados.

Seguramente el jugador no hubiera sido sancionado si la anterior fecha era ante Liga o un compromiso la Copa Libertadores. Este comportamiento deja en evidencia que la supuesta sanción no fue por convicción, solo un oportunismo del momento. El fútbol parece un mundo paralelo donde no todos son medidos con la misma vara.

Si Barcelona gana por primera vez en el estadio Rodrigo Paz Delgado se fundirán en un abrazo Almada y Álvez y nada ha pasado.