Marcelo

Marcelo Elizaga fue el último nacionalizado que brilló en la Selección. Foto: BF

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Los hijos que nos da el fútbol

Jorge Cruz Silva

El Monje

En un mundo globalizado como el que tenemos en 2014, el concepto de Selección Nacional ha cambiado. La migración y el fútbol han logrado derribar barreras entre razas y comunidades para acoger nuevos hijos, a veces primero en las calles y en otras ocasiones directo en la cancha.

En el Mundial vamos a ver varios casos de estos hijos putativos del fútbol: en Italia, por ejemplo, Mario Balotelli, a pesar de que por su color de piel y comportamiento errático muchas veces no tiene una gran relación con la hinchada, es un infaltable en las filas de la Azzurra. Super Mario, de padres ghaneses, abrazó los colores italianos a los 18, jurando lealtad a un país que lo acogió desde su nacimiento.

Alemania es un caso parecido, varios futbolistas tienen ancestros en otros países y luego que su país de residencia les abriera todas las oportunidades desde pequeños, no podían si no vestir los colores germanos: Jéru00f4me Boateng (Ghana), Mesut u00d6zil (Turquia) o Lukas Podolski (Polonia) están entre los nuevos hijos de Alemania.

Para los latinoamericanos, para Ecuador, la situación es distinta. La migración siempre fue una acción que se sintió para afuera, décadas atrás -por las crisis- nuestros países se dedicaron a exportar migrantes para Italia, España o EE.UU. El intercambio y los viajes entre latinos tampoco fueron un gran aporte, al ser sujetos tan familiares, las raíces generalmente están bien asentadas y no se dejan fácilmente.

Claro, en años o décadas eso cambiará, pronto veremos en las filas de algún equipo de primera a un crack con padres que llegaron a Ecuador buscando la tranquilidad y oportunidades que en su tierra no podían conseguir; y esos nuevos hijos, al igual que cualquier nuevo retoño no encontrará más que bienvenidas y derechos como ecuatoriano.

Además de este tipo de nuevos hijos, Ecuador a través de los años se convirtió en un destino de oportunidad para futbolistas de otras latitudes. Eduardo “u00d1ato” Garcia, Ariel Graziani, Gilson de Souza o Carlos Alberto Juárez (por citar algunos) vistieron los colores de la Tri, especialmente en épocas donde las canteras locales parecían agotadas o inexploradas. Durante los últimos años, esta costumbre de nacionalizar prontamente a figuras del campeonato local ha disminuido, aún persiste pero es una “táctica” cada vez menos común.

Si bien Reinaldo Rueda aseguró que no hay tanta variedad para escoger en el fútbol local, hecho que no debe pensarlo desde hace dos semanas sino desde sus primeros días al frente de la Selección Nacional, el DT nunca se decantó especialmente por futbolistas nacionalizados; es más, si se revisan las nóminas que Ecuador llevó a Japón-Corea o Alemania, es notorio que la Tri nunca ha llevado nacionalizados a un mundial, los ha usado para Eliminatorias o Copa América, pero no en una cita mundialista.

Quizá sea coincidencia o circunstancia, quizá sea política del actual o de los dos anteriores entrenadores no llevar nacionalizados, pero creo que nunca pasó por un tema de nacionalismo extremo. Hemos nacionalizado jugadores siempre tan rápido y hemos dispuesto de sus servicios tantas veces, que aunque sabemos que su lugar de origen o acento no son nuestros, al vestir de amarillo representan a un nacido en Ambato, Vinces o Lago Agrio.

Queda solo para las estadísticas entonces que hasta este Mundial (si no hay ninguna sorpresa en la convocatoria) Ecuador no habrá llevado nacionalizados. Hay que ver qué pasa luego, a qué nuevos hijos dentro y fuera de la cancha hemos acogido, hijos que tendrán sus raíces en otra parte, pero sus goles en nuestra tierra.

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