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Fútbol para civilizados

María Paz Mejia,

u00a1A la Hoguera!

Una de las semanas más intrigantes de mi vida escolar fue aquella en que las autoridades del colegio decidieron “entregarnos el control” y dejar de imponer disciplina. El júbilo contenido (aún nos veía el inspector) fue general y no podíamos esperar a que llegara el día en que ni siquiera nos dirían a qué hora debíamos regresar del recreo a clases.

@mariapazza

Cuando llegó el lunes y la semana de la Autodisciplina empezó, todos nos encontramos perfectamente uniformados y puntuales en nuestras aulas de clase y disfrutamos los justos 30 minutos del recreo a medio día. u00a1Fue increíble! Sabíamos que había normas por guardar, más de convivencia que impuestas. La semana transcurrió tranquila. El ejercicio fue exitoso. Éramos civilizados.

Antes del inicio del campeonato de fútbol, el Ministerio del Interior ratificó su compromiso por erradicar la violencia en nuestros estadios y, en un hecho histórico, el 22 de enero el Olímpico Atahualpa se quedó sin mallas. Dos días después, nuestro célebre Ministro del Deporte anunció la valiente decisión de prohibir la reventa de boletos en los estadios que acogen el fútbol nacional.

¿Se imaginan? Es como si el inspector nos estuviera diciendo que no nos controlará más, que somos libres para hacer lo que queremos y nosotros, dale que dale, entrando a clases apenas se termina el recreo.

¿Estamos listos para el fútbol civilizado? Sí. u00a1Claro que sí! Ya es hora de aceptar que podemos vivir el fútbol tal y como debe ser, por nuestro equipo y no por la camiseta del otro. Pero además, que podemos hacer una fila, pagar un precio justo por una entrada, llegar con tiempo al estadio y sentarnos en el lugar que corresponde, pero sobre todo, que no necesitamos del inspector para decirnos qué hacer.

Una sociedad que evoluciona al ritmo de su tiempo se aleja fervorosamente de la cultura del control y la sanción, y hace tiempo ya que el mundo del fútbol clama por la convivencia. Porque es eso: convivencia. Ahora está en nuestras manos: podemos cantar nuestras barras sin “hacer dedo” al de la otra camiseta; podemos respetar el límite imaginario que nos dice que es mejor quedarnos fuera de la cancha; podemos disfrutar de una bebida sin usar su botella como arma y podemos ir al estadio sin miedo, sin enjaularnos.

Esto es fútbol para civilizados. El que no esté listo, que se quede afuera.

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