Antonio
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Las dos miradas del Toño

Jorge Cruz Silva,

EL MONJE

Antonio Valencia es para el fútbol ecuatoriano lo que fueron en su momento Álex Aguinaga, Holger Quiñónez, Luis Capurro o Alberto Spencer. Cada fin de semana, y algunos martes o miércoles, los 15 millones de ecuatorianos prendemos la televisión o revisamos Internet para inflarnos el pecho si el Toño jugó o para alimentar la esperanza que su técnico lo “esté guardando”.

@eljacso

Claro, no siempre el Toño estuvo más allá del bien y del mal para nosotros, hubo momentos de desamores y rompimientos: Valencia reclamándole a la hinchada en el partido contra Uruguay que nos dejó fuera de Sudáfrica; o sus lesiones, que nos espeluznaron una y otra vez. Pero cualquier debate se acabó cuando Reinaldo Rueda le dio la banda de capitán.

En ese momento, la actitud de Antonio cambió: él entendió que era su momento de llevar la batuta de su generación y la afición se dio cuenta que sin él, en la cancha la Tri, nunca iba a ser igual. Si usted le preguntase a un niño en la calle, cuando juega con sus amigos de barrio, algunos querrán ser como Messi o Ronaldo, pero también habrá muchos que orgullosos dirán que son Antonio, el de Lago Agrio.

Por las cosas de la vida, escribo estas líneas desde el Reino Unido, a escasas 3 horas en tren de Manchester. He podido ir a 'pubs' para mirar los partidos del Manchester United y también he charlado mientras juego “con mis vecinos europeos” y comparamos notas. ¿Qué piensan de Antonio fuera de los sitios web, sobre todo de los fanáticos acérrimos del United, qué dice la gente de a pie? Pues poco y no siempre es bueno.

Para los que se toman unas cervezas en un pub, él es un jugador que ha tenido partidos malos y los británicos -creadores de las reglas modernas del fútbol- son duros. Para algunos Antonio es dispensable, parte quizá de algún posible intercambio futuro del United. En las canchas de aficionados, reconocen su velocidad, pero si hablamos de los Diablos Rojos son Van Persie o Chicarito quienes están en la punta de su lengua.

Asumo que siempre pasó lo mismo, que algunos -no tantos- recuerdan a Capurro en Paraguay, o a Quiñónez en Brasil, quizá Aguinaga y Spencer son casos excepcionales donde un país acogió nuevos hijos. A veces me pregunto si esta realidad bidimensional del Toño es verdadera. Si lo agrandamos mucho en Ecuador frente al medido interés de los que pagan su salario con entradas, televisión por cable o apuestas.

Entonces me encontré con una nota de Tim Vickery de la BBC, donde habla poco de las habilidades de Antonio en la cancha, él intenta explicarle a los británicos qué tan importante es Valencia para Ecuador. En su descripción describe nuestro pasado como un “Luxemburgo” latinoamericano, que mejoró peldaño a peldaño hasta clasificar a tres mundiales y que como pináculo tiene al Toño en uno de los clubes más grandes e importantes del mundo.

Vickery dice que aunque para Valencia quizá sea difícil cargar con el peso del ataque (y a veces de la defensa) de la Tri, los ecuatorianos esperamos de él nada menos que la excelencia de un capitán.

¿Está usted de acuerdo? Yo sí, veo en el Toño el sueño cumplido de todos, aunque no juegue siempre; quizá como dijo el Profe Rueda por ahora hay poco de donde escoger y por eso Antonio resalta más. El fútbol ecuatoriano es la imagen de una evolución gradual, de cambios que se afianzan de a poco; pero cuando demos esos nuevos saltos de calidad podremos nombrar al Toño entre nuestros Santos del Fútbol, donde merecerá estar siempre.

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